La constitución de los lacedemonios e Hierón, de Jenofonte y La constitución de los atenienses, de (Seudo) Jenofonte, componen el nuevo título de la colección Politica, serie Clásica.
Las notas, traducciones y estudio preliminar estuvieron a cargo de Claudia Mársico, Rodrigo Illarraga y Pablo Marzocca.
Compartimos algunos fragmentos del Estudio preliminar.
Jenofonte, el Viejo oligarca y el contexto cultural de los tratados sobre el gobierno
Para internarnos en las obras sobre el gobierno que forman parte de este volumen nos acercaremos a las figuras a quienes se atribuye su autoría. Las discusiones de detalle tendrán su lugar en el tratamiento concreto de las tres obras, pero es importante atender primero a la relación que los tres textos han tenido en la tradición a través de su vinculación con Jenofonte. En efecto, el clima intelectual de finales del siglo V a. C. y su proyección en la primera mitad del siglo IV está marcado por la figura de este personaje llamativo y caleidoscópico que mixtura la reflexión y las aventuras (…).
De origen ateniense, nacido hacia el año 430 a. C., presenta una producción variada y una vida repleta de rasgos pintorescos. Con elementos de historiador, de filósofo y de pionero en el terreno de la biografía, está ligado al grupo socrático, donde comparte con Platón el sitial de “mayor”, frente a la profusión de intelectuales identificados con las líneas cirenaica, megárica, elíaca, antisténica, entre otras (…).
Alrededor del año 410 a. C., Jenofonte comenzó a frecuentar a Sócrates y se volvió miembro del círculo socrático. No bastó el consejo de su maestro para que evitara sumarse en 401 a. C. a una expedición mercenaria que planeaba inmiscuirse en la política persa, apoyando a Ciro el joven en contra de su hermano Artajerjes, que detentaba entonces el poder. Jenofonte cuenta que su amigo y huésped Próxeno, originario de Tebas, en la región de Beocia, lo instó a unirse a las fuerzas de Ciro, que preparaba una expedición para reclamar el poder en Persia. En dicho relato Jenofonte comentó este ofrecimiento con Sócrates que le advirtió las resistencias que crearía en Atenas un acercamiento a los persas y le sugirió una consulta al oráculo de Delfos que Jenofonte habría cumplido de manera tramposa: preguntó si su incursión resultaría segura y no si debía ir, en un interesante juego de pregunta ocultadora ante una instancia de respuesta que usualmente tenía ya este rasgo. La anécdota señala a la vez la diplomacia y la decisión de Jenofonte (…)
Constitución de los lacedemonios
Pocas o ninguna duda había en la Antigüedad de que Jenofonte era un autor ineludible para informarse sobre los hechos transcurridos en su época. Su recorrido biográfico especialmente agitado lo volvió una referencia sobre las temáticas más diversas, habida cuenta de su contacto con lugares extraños para el ateniense de a pie como Persia, Armenia o Esparta. La Constitución de los lacedemonios, pese a su pequeña extensión, no desentona en ese concierto: es el testimonio de cómo se organiza la sociedad espartana a partir de lo dictaminado por Licurgo, figura que, como otros legisladores griegos, se mueve entre lo histórico y lo mítico. Es, en otras palabras, la descripción de la organización política (politeía) espartana, con una aclaración que vale para el mundo griego: la política en tanto aparato institucional y legal no puede ser pensada de manera escindida de la estructura pedagógica y moral de una sociedad, de modo tal que el ámbito de reflexión práctica privilegia su unidad, frente a la bifurcación de los aspectos ético y político que explorará la tradición posterior (…).
La autoría de la Constitución de los lacedemonios ha sido ampliamente debatida desde la Antigüedad y, si bien hoy en día existe cierto consenso respecto de la idea de que Jenofonte es su autor, sigue habiendo detractores. Los argumentos en contra de su autenticidad son varios y radican principalmente en la escasa calidad del texto y la construcción errática del decurso de los capítulos (…)
En cuanto a su diseño temático, a grandes rasgos la obra se divide en cinco secciones que abordan la sociedad lacedemonia atendiendo a la procreación (teknopoiía), la educación (paideía), el modo de vida general que se denomina genéricamente “dieta” (díaita), la organización del ejército en la marcha y en el campamento, y finalmente la autoridad y funciones del rey, tratamiento interrumpido por la crítica a la sociedad espartana presente en el capítulo XIV (…).
FICHA DEL LIBRO Y COMPRA ON LINE
Las notas, traducciones y estudio preliminar de:
Claudia Mársico es especialista en filosofía clásica y docente de la cátedra de Historia de la Filosofía Antigua de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investigadora en el Conicet y la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.
Pablo Marzocca es especialista en filosofía clásica y docente de la cátedra de Historia de la Filosofía Antigua de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investigador en el Conicet y la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.
Rodrigo Illarraga es especialista en filosofía clásica y docente de la cátedra de Historia de la Filosofía Antigua de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investigador en el Conicet y la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.